lunes, 29 de diciembre de 2008
lunes, 8 de septiembre de 2008
Mira, tengo un logo nuevo

Pero, eh, mira, tenemos logos nuevos. Cine de barrio repite en ciclos de seis meses la filmografía completa de Paco Martínez Soria. En Identity se dedican a dejar en bikini a cualquier mujer joven que se presente, aunque su identidad sea la de monja de clausura de las Venerables Madres Adoratrices del Santo Prepucio de Alejandría. Corazón Corazón y Corazón cuatro estaciones sobrevivien porque comparados con la bazofia del Cangrena 3 y TetaCinco parecen periodismo de calidad. Pero, eh, esto son los logos que necesitábamos, que reflejan los cambios que ha sufrido RTVE en los últimos años.
Como la desaparición de los conciertos diarios en la 2, el final del cine en versión original -y de todos los programas que no trataban de taquillazos prefabricados-, del teatro televisado, de las emisiones decentes de fútbol internacional, de los programas sobre música independiente, de las adaptaciones de clásicos de la literatura, de los reportajes de verdadera investigación...
Desde luego, el telediario es ahora mejor que en tiempos de Urnazi, pero no tiene mérito. Y, en el apartado de series de producción propia, tras una época oscura en la que sólo Cuentamé mantenía alto el pabellón, apareció Desaparecida -jeje-. Pero claro. TVE también estrenó Operación Triunfo, que aunque comparada con la versión de TetaCinco parezca caviar ruso, era una chorrada que maldisimulaba el morbillo patético y cotilla. Y tenía el GrandPrix, aparte de otras magnas obras presentada por el ínclito Ramontxu.
Y sí, peor están las autonómicas, todas vendidas al gobierno de turno, TeleMadrid que sólo le falta empezar las noticias con el Cara al Sol y Canal Sur que ha convencido a todas las abuelas de Andalucía de que Chaves cura el cancer imponiendo las manos. Eso sin entrar en las privadas, por supuesto, incluyendo a Cuatro y La Sexta, que destrozan cuantas series caen en sus infectas manos. Nadie llega al nivel de Cangrena 3, claro, que últimamente está empeñada en que lo de Roquetas es comparable a los disturbios de París y que abre deportes con el Real Madrid aunque Rafa Nadal y Alonso consigan ganar la NBA a raquetazos sobre un monoplaza. Sólo TetaCinco, con esa programación de 24 horas de reality, en inevitable ciclo operación truño-gran hermano-supervivientes, que se suceden los unos a los otros como las mareas.
Pero, eh, TVE ha cambiado sus logos. Y dicen que los nuevos micrófonos de RNE son más suavitos y blanditos que los de antes. Y los bolígrafos. Y las carpetas. Y todo lo que llevase un logo. Al menos espero que ver un uno dentro de un círculo verde suba la audiencia, porque a ver como se va la famosa deuda si te dejas una pasta en cambiar el material para que sea más dinámico y paradigmático.
Por Dios, si hasta se echan de menos los programas de Sánchez Dragó y Pedro Ruiz. ¿Sigue Punset por ahí, o se suicidó después de lo del reality del colegio con famosos ese?
Si algún día escribo una entrada añorando el ¡Qué apostamos! o Ana y los Siete, qué alguien me pegue un tiro.
martes, 2 de septiembre de 2008
Adivina quién viene a cenar...


Durante la primera mitad de Alí, la figura del campeón comparte protagonismo, casi involuntariamente, con la de Malcolm X, interpretado por Mario Van Peebles, otro puñetero actor de culto encasillado en películas de acción. Los vaivenes políticos y las insinuaciones sobre el control que el FBI ejercía sobre las reivindicaciones de derechos civiles resentes en la película me hicieron saltar al Google, la Wikipedia y las bibliotecas -en estas últimas con éxito relativo- para saber más sobre la Nación del Islam, las razones que llevaron a Alí a cambiarse de nombre o la figura de Malcolm X. También provocó que buscase el documental Cuando éramos reyes, y que aprendiese un poco, sólo un poco, de historia del boxeo profesional en EEUU.



Por muchas cosas que estén empezando a pasar, para nosotros, humildes íberos capetovetónicos que nunca hemos sido racistas porque por aquí hasta hace diez años sólo se paseaban los gitanos, que son como una cosa muy nuestra, todo esto es ciencia-ficción. El optimismo que pueda generar Obama sólo nos lo filtra el miedo comprensible a que la senilidad McCain y el fundamentalismo religioso de Sandra Palin puedan marcar los destinos del país responsable de la mitad del gasto militar del planeta -es decir, que EEUU invierte en armas lo mismo que todos los demás JUNTOS, incluídos Reino Unido, China y Rusia, segundo, tercero y cuarto en el ranking-.

Pero, ¿nuestro mito fundacional, cuál es? ¿Quién necesita realmente echar un vistazo atrás? ¿Quién es nuestro abuelo? ¿Los comuneros de Castilla? ¿Los moriscos de las Alpujarras? ¿El Cid o los príncipes poetas de las taifas? ¿O los tipos renegridos, de fajín y navaja de siete muelles, que gritaban "¡Vivan las caenas!" mientras destripaban franceses?
jueves, 21 de agosto de 2008
El caballero oscuro, de Christopher Nolan

El planteamiento es el de La broma asesina, pero llevado al extremo. El Joker, caracterizado como el psicópata "demasiado lúcido" de Arkham Assylum, agente del caos empeñado en demostrar que todo el mundo es como él a poco que se rasque. Batman, el agente del orden que, para demostrar lo contrario, se ve obligado a "contaminarse" y saltarse los principios que dice defender. Es una revisión más pesimista, pues si en el cómic de Moore y Bolland el Comiserio Gordon mantenía la cordura y se reafirmaba en sus convicciones, en El caballero oscuro, Harvey Dent, el representante "puro" de la ley, pierde, y acaba convertido en un trasunto del mismo Joker. Batman, por su parte, termina por mancharse las manos, limpiando los pecados de Dent en una especie de sacrificio cuasi religioso.

Un paralelo es La jungla de cristal, explotando el miedo al "terrorismo" en un momento en el que este roza más la paranoia que cuando se rodó la peli de acción de Bruce Willis. Otro, Heat, por la patina de realismo con que se cubre y la épica que surge de la importancia de lo que sucede en pantalla, de la cual los efectos especiales son sólo una herramienta (chúpame un pie, Michael Bay). Peroa mí, además, me recuerda a El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford. Tenemos, por un lado, al hombre de ley y ciudadano ideal, recién llegado a una ciudad corrupta hasta el tuétano, y por otro, al "superhombre" que combate esa corrupción según sus propias reglas, tan al margen de la ley como aquellos a los que se enfrenta. Entre ambos, una mujer. Y luego, la situación difícil, la decisión imposible y la actuación en consecuencia de ambos. En El caballero oscuro es el "honrado ciudadano" el que pierde, y el tono es mucho más pesimista, pero la dicotomía.

Scott McLoud, en La revolución de los cómics, hablaba de los superhéroes como un género basado en las fantasías de identificación adolescentes -así nació Superman-, y señaló como ese tipo de historias ha comenzado a trasladarse al cine y los videojuegos arrastrando tras de sí a su público objetivo, de modo que el tebeo debería empezar a explorar otros géneros. Dejando aparte el reduccionismo gringo -tebeo=superhéroes-, habría que señalar que los superhéroes son un género híbrido y permeable, donde los mismo caben la historias de detectives que la ciencia-ficción o, a qué negarlo, el culebrón más rancio. Sus temas centrales, por convención, vienen a ser el poder, el bien y el mal y cómo "salvar el mundo", presentes en obras maestras como Wachtmen, Miracleman o Astro City. Aún así, no son privativos de la historieta, cine, televisión y literatura pueden acogerlos sin ningún problema, como lo prueba, por ejemplo, El protegido.

La estructura del magnífico guión, en el que ningún elemento se encuentra al azar o para adornar, gira sobre sí misma. En esa historia cuyos nudos se repiten, son las motivaciones de los personajes las que aportan los matices a cada acto. Harvey y Bruce se ayudan mutuamente sin saberlo, uno carga con las culpas del otro por distintos, al final, el menos corrupto de los dos es el que sucumbe. Muertes fingidas y saltos en la ley, ¿es, finalmente, bueno o malo que Batman no se deba a ninguna ley, igual que el Joker no respeta los códigos internos de la mafia? Cuando el mundo entero es corrupto, ¿saltarse leyes en principio justas está justificado? (Toma retruécano).

Me voy a esperar a que se me pase el entusiasmo para decidir si es mejor o no que Batman Vuelve y en qué nivel del Top Ten de películas de superhéroes habría que colocarla. Desde luego supera a Batman Begins en todo, supongo que por eso los paralelismo que le han sacado con El Padrino II. Nolan, que encima también se encarga del guión, está cerca de convertirse en el mejor director que se haya acercado al género, a punto de comerse a Bryan Singer, Ang Lee y, los santos nos valgan, Tim Burton.
sábado, 16 de agosto de 2008
La carretera, de Cormac McCarthy


En La carretera la civilización no se vino por las bombas nucleares, sino por las peleas de lobos sobre las cenizas. El protagonista es el guardian de la esperanza, representada por ese hijo suyo que no conoce el mundo anterior al desastre, una esperanza que para volverse más fuerte, real, posible, tendrá que enfrentarse por el camino a las mayores enormidades. El mundo de La carretera es uno donde los seres humanos viven en la constante desconfianza, ya que han aprendido a cosificarse entre sí, a reducir a los otros al beneficio que puedan obtener de ellos. La violencia o la antropofagia no hablan tanto del mundo post-apocalíptico como del nuestro.
La novela comienza con un sueño del hombre, una pesadilla de muchas que se nos irán desgranando conforme avance la historia. En la morosidad descriptiva del relato hay mucho de voluntad onírica, reforzado por el anonimato de los protagonistas y las situaciones arquetípicas por las que habran de pasar antes de llegar al inevitable final. Los sueños del hombre, que él considera pesadillas porque le recuerdan el mundo anterior, marcan el ritmo, pero los del niño se

Más reciente que la novela de Marín es el relato del bizarro Jeremy Robert Johnson "La Liga de los Ceros", en las antípodas metafóricas de La carretera pero de fondo casi idéntico, del cual extraigo la cita que cierra esta entrada, una de esas que uno se apunta, esperando hasta que tiene la oportunidad de colarla, venga a cuento o no:
Nadie ha lanzado una bomba. Ningún gran fuego ha chamuscado la Tierra. Sólo terminamos así. Seguimos una progresión natural del pasado al presente. No somos post-apocalipsis, somos post-ayer.
martes, 12 de agosto de 2008
Apuntes olímpicos



Eso sí, quién iba a decir que, hasta ahora, el programa televisivo que más leña ha repartido en todos los sentidos ha sido el Pasando Olímpicamente de los Gomaespuma. Cliken , si no lo han visto todavía, en el TVE a la Carta de la página de RTVE, y busquen el programa de ayer, lunes 12 de agosto de 2008. Los presentadores se quedan a gusto desde el primer minuto, con la organización pero es que la sección de Ruben Amón reparte estopa a los que ellos se habían dejado.

En fin. No olviden supervitaminarse y supermilenarizarse.
sábado, 9 de agosto de 2008
Transliterando (I): 'Drawing' versus 'cartooning'


Así pues, “ilustrar” implicaría un dibujo –lo siento, pero aquí se me acaban los malabrarismos terminológicos, capitán Kirk, soy pedante, no filólogo–, como diría alguien que entienda de arte y eso, muy figurativo, detallado, complejo, en el que la mirada, forzosamente, ha de detenerse para captar cada matiz. Un dibujo que, narrativamente, ralentiza la acción, ya que congela el tempo de lectura. Unas ilustraciones, en fin, que exigen cierto esfuerzo en un momento dado.
Por contraste, “dibujar” da lugar a unos personajes y escenarios menos “realistas”, a un espacio más esquemático y, hasta cierto punto, típico, que se puede identificar fácilmente. Seguir el “movimiento” de una viñeta a otra se hace más sencillo, y comprender “qué es lo que ocurre” también. Como cuentan Jean-Claude Mézières y Gil Kane en su conversación, el dibujo al servicio de “la idea”. Le dan un poco de caña a Jack Kirby, pero realmente no creo que“el Rey” fuese tan manierista. Quizás es que sabía narrar demasiado bien, y el gusto por la acción y lo espectacular lo perdían... claro que, a ver quién es el guapo se queja de eso.
Esto tiene una traslación muy sencilla a otros medios. En la esquina de “los ilustradores” y sus bellas estampas que anulan la acción, con mucha reflexión y mucho esteticismo de ese, junto a dessinateurs como Jean "Moebius" Giraud, Van Hamme y Milo Manara (ejem), tenemos a –agárrense los machos– Ingmar Bergman, Stanley Kubrick –casi siempre–, Sofía Coppola, Leopoldo Alas “Clarín”, Azorín, Thomas Mann –aunque este señor era bipolar–, Gustave Flaubert, Javier Marías o Ray Loriga. Enfrente, con ganas de pelea y tan nerviosos que parecen rabos de lagartija, patrocinados por Jack Kirby, Hergé y Osamu Tezuka, los señores John Ford, Steven Spielberg –la fusión Lee+Kirby aplicada al cine–, Ridley Scott, Christopher Nolan, Pío Baroja, Benito Pérez Galdós –que se las sabía todas–, Fiodor Dostoievski, Alejandro Dumas –a veces sí, a veces no–, Charles Dickens, Arturo Pérez-Reverte y los Wu Ming.
Tiene mala leche la división, ¿eh? Simplista y demagoga, como mínimo, y seguro que se puede cambiar de sitio a –casi– todos. En la primera categoría he colocado a los mariquit... perdón, a los “artísticos”, en la segunda, a los “populares”. Al final, gracias a mi nada sutil manipulación, el drawing versus cartooning resulta ser el eterno debate entre continente y contenido, entendiendo este último casi más como algo que “tenga interés” que como algo “interesante”. Pero tampoco hay que pasarse, avispado lector –o lectriz–, que he de hacer notar cómo ha quedado fuera el petardeo. Rob Liefeld, Michael Bay o Julia Navarro son la mar de entretenidos, y Miguelanxo Prado, Julio Medem o Carlos Ruiz Zafón la hostia de pedantes, pero no los he incluido.
Por ejemplo. ¿Qué se supone que estoy entendiendo por “narrar bien”? He incluído en esa categoría a Christopher Nolan, director de películas como Memento o El truco final, cuya estructura es, cuando menos, peculiar. Por si acaso alguien no las ha visto, diré que Memento está contada al revés, la primera escena es la última en la cronología de la historia, y que El truco final se compone de varios flashbacks dentro de otros flashbacks, con un personajes leyendo el diario de otro, que cuenta en este lo que ha leído en el diario del primero. Y aún así, Nolan es un buen “narrador” porque ha rodado unos guiones de su propia cosecha que estaban escritos para, a la hora de ser magnificamente montados, todo le fuese quedando clarísimo al espectador, el cual podría ir sumando dos y dos perfectamente. Aunque, supuestamente, las dos películas tiene finales estilo El sexto sentido, donde “todo lo que creías es mentira”, en realidad son cosas que te puedes ir imaginando casi desde la primera escena.
¿Y sobre “las bellas estampas que anulan la acción”? Pues eso mismo, sean o no elaboradas compilaciones filológicas de impecable léxico. Independientemente de los significados y significantes o las dobles y triples lecturas que los planos generales y descripciones detalladas puedan tener, provocan en el espectador/lector un profundo y placentero sueño... Bien entendido que entre las diez películas que me llevaría a una isla desierta –no sé donde enchufaría el portátil, eso sí, a menos que fuese La Isla– hay, al menos, una de Bergman, otra de Sofia Coppola y otra de Kubrick, tengo que admitir que son un coñazo, al igual que los densos novelones de Azorín, Flaubert o Javier Marías.
Maticemos, maticemos... No son un coñazo, pues de sus estilos recargados pueden extraerse miles de lecturas que, sin duda, entretienen, y mucho, al ped... cultivadérrimo lector que de ellas quiera disfrutar, pero, también sin duda, requieren de un esfuerzo de comprensión mucho mayor que La lista de Schindler o La piel del tambor. Por ejemplo, en una anécdota extraída del tristemente extinto programa “Qué grande es el cine”, como aquél amigo de Juan Manuel de Prada que, en mitad de una proyección de Fresas salvajes, se levantó a masajearse las sienes porque le dolía el majín de tanto exprimirlo.
Y esto no porque sean “mejores” o “peores”, más o menos “bonitas”, o más complejas en el sentido de multiplicidad de lecturas, sino, “simplemente”, porque el modo en que han codificado sus chorrocientos significantes –no tienen nunca porqué ser más que los de las otras– es moroso, lentorro, complicado... ¡pedante! A medio camino entre ambas vías, el mejor, el más grande, el único Gabriel García Márquez, con Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera y Cien años de soledad atrapando el tiempo, congelándolo, y sin embargo haciéndolo fluir con naturalidad inusitada. Empiezo a intuir, a todo esto, que hace un rato que me aleje de la definición “canónica” que dí al principio de drawing y cartooning.
Como no quiero regalar a mis lectores y lectrices un tochazo antológico –y qué creerá el tío qué es esto, estarán pensando–, voy a dejar aquí esta entrada, la primera de una serie que no sé adonde me llevará, en esta, mi humilde tarea pedante. En la segunda entrega, tras establecer las bases de mi insanía mental y mi ignorancia tebeístico-literario-cinematográfica, me propongo seguir pegándome leches contra la teoría de la enunciación rescatando la eterna pregunta: ¿cuál es la diferencia entre un artista y un artesano?
viernes, 8 de agosto de 2008
Cuando te digo chino, chino, chino del alma, tú me contestas...


En la secuencia final Vincenzo llega él solo a la puerta de la factoría en la que por fin se encuentra su alto horno, pero no entiende ni una palabra de chino y ni siquiera habla inglés, así que no tiene forma de entrar. Se sienta en la acera, desesperado, y la pieza que lleva en la mano se le cae al suelo. Entonces, uno de los ingenieros chinos que entra al trabajar la ve y se sienta junto al italiano. Rápidamente, Vincenzo saca los planos del alto horno y, sin decir ni una palabra, los dos se entienden perfectamente. El chino le agradece por gestos su ayuda y él se marcha satisfecho. Sin un duro, cansado, sudoroso y perdido en el otro lado del mundo sin saber el idioma, pero completamente féliz. Luego vemos como su colega chino llega al alto horno con la pieza en la mano... y la deja caer sobre un contenedor lleno de piezas idénticas. Hay otra escena después, que cierra la historia de Vincenzo y Li, así que no les he reventado el final. Y es lo de menos. Lo importante es siempre el viaje.
Esta introducción, aparte de tener por objeto reclamar el visionado de la película, estrenada unos meses después bien doblada y traducida como La estrella ausente, viene a cuento porque es la primera referencia que se me viene a la cabeza en medio de la polémica olímpica a cuento de Pekín`08 (más allá, por supuesto, de Madame Mao, el Dios Mono y Ang Lee). La estrella a la que hace referencia el título está ausente de la bandera de la República Popular China, y no se nos acaba de explicar cual debería ser su significado.

No es nueva la hipocresia que Occidente lleva luciendo respecto al capitalismo autoritario de los comunistas chinos (y si esta última concatenación de sustantivos y adjetivos no te da ganas de arrancarte el cráneo, vamos a tener un problema tú y yo, abogado). Estamos hartos de ver a nuestros sensatos, democratiquérrimos y tolerantísimos líderes europeos hacerse la foto estrechando la mano de Hu Jintao, llámense José Luis o José María, Nicolas o Tony. Bush Sr. o Bush Jr. Los chinos aportan un montón de mano de obra barata, allí, que la gente no nos vota, y unos "mercados por desarrollar" donde colocar las empresas de los amiguetes que nos pagan las campañas electorales. Hasta Manuel Chaves se llevo una legación diplomática con periodistas a puñaos sacándole fotos molonas. Dice el Foreign Policy de este mes que el autoritarismo no ayuda tanto al desarrollo. Que a India le va igual de bien o mejor. Pse. Nadie invierte donde hay que pagar sueldos decentes.
La bajada de pantalones del Comité Olímpico Internacional en el discurso inaugural ha sido antológica, eso sí. De todos modos, al escuchar al presidente del COI, Jacques Rogge, hablar de que al "olimpismo" no le importa el sistema político o las creencias religiosas, hay que concederle que mantiene cierta coherencia en su actitud tradicional ante regímenes, digamos, de "libertad moderada". No sólo del COI, que embromar, sino de cualquier organismo deportivo internacional. Así, tuvimos los JJOO de Berlín 1936, la Eurocopa de fútbol de España 1964 o las Copas del Mundo de Italia 1934 y Argentina 1978, sin meternos en Moscú 1980 o fenómenos similares, que mis filias y fobias me impiden tratar sin escupir las consignas que me dicta el Politburó.

La diferencia, eso sí, estriba en que, exceptuando Moscú, todos los acontecimientos antes mencionados se concedieron a los susodichos países o ciudades antes de que en los mismos se estableciesen regímenes "de seguridad ciudadana elevada". Eventos mundiales, de hermandad y buenrrollismo, que acabaron secuestrados como espectáculos de propaganda y lavado de cara de asesinos y opresores. Del mundial de fútbol de Argentina, Jorge Valdano y Ángel Cappa recuerdan una anécdota epatante, más allá de los abrazos de Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA, al espadón Videla. En medio del debate sobre los Derechos Humanos, la televisión argentina emitía en televisión un anuncio que rezaba: "Los argentinos somos derechos y somos humanos". Visto desde aquí, casi parece gracioso. Luego, en el 86, algunos aficionados celebrarían el segundo título mundial de la albiceleste al grito "¡Al fin ganamos en democracia!".
Se ha hablado de la "tregua diplomática" solicitada por China al resto del universo. Bush, como un mariquita, ha hablado de Derechos Humanos antes de cruzar la frontera, pero ahí estaba, aplaudiendo, igual que Sarkonazi y Felipe y Letizia ("cómo si fueran personas humanas", que diría Camacho). Lo mejor de todo, las instrucciones a los deportistas dictadas por algunos comités nacionales (ejem, ¿no tengo que dibujarlo, verdad?) y el propio COI. Algunos han pataleado. Ole sus huevos, pero en lo que a España se refiere, si superamos las 22 medallas de Barcelona`92, olvídense de las "critiquitas" que estamos viendo estos días, o del anuncio del Lancia con Richard Gere visitando Lasha que han colado en la primera tanda. Los Juegos de Pekín los mejores de la Historia y punto pelota. Nusotros semos asín.

Pero el problema es que el bueno de Jacques Rogge tiene razón. Por lo que respecta al COI, el sistema político, la religión o los derechos humanos importan un pedo. Lo que importa es el dinero, las audiencias y la publicidad. Luego, todos los países utilizan los Juegos Olímpicos como eventos propagandísticos, llámense China, Grecia o España. Los Estados Unidos siempre aprovechan para demostrar que son los más mejores. En el 2000, los australianos aprovecharon para presumir de lo integradísimos que están los aborígenes (permítanme que me ría). En el 92, los españoles vivimos uno de esos episodios que todavía nos dan de Patriotismo Constitucional, en plan, "mirad, mirad, semos un país normal", aderezado con gotas de cosmopolitismo snob catalán. Agárrense para ver en la Copa del Mundo de fútbol de Sudáfrica 2010 una exhibición de integración post-apartheid (permítanme que me ría otra vez).
Poderoso caballero, que diría un clásico.
PD1: Apunte sobre la tradicional tregua olímpica. Rusia invade Georgia (bueno, Osetia del Sur). Precioso. Otro adalid de la paz mundial y la democracia, el bueno de Putin. Tiene que estar deseando que su amigo Abramovich le compre unas Olimpiadas para San Petesburgo. O mejor, las segundas para Moscú, en plan "ahora semos un país normal".

jueves, 27 de marzo de 2008
Las bienvenidas espartanas y los francotiradores de Stalingrado

300, el comic y luego la pelicula, ha suscitado polemicas de lo mas variopinta entorno a su -inexistente- fidelidad a la Historia y a la supuesta propaganda politica que realiza, en torno a los occidentales/estadounidenses "buenos" encarnados por Leonidas y compañia y los orientales/musulmanes/iranies "malos" representados por el Imperio Persa. Ya he mencionado o enlazado desde este blog, creo, dos articulos que defienden puntos de vista muy diferentes sobre este punto, ambos realizados desde un punto de vista que por llamar de alguna forma llamare marxista: el del filosofo esloveno Slavoj Zizek y el del escritor y activista italiano Wu Ming 1. Como a lo mejor no os apetece leerlos -merecen la pena mas que yo, perros-, hago un resumen.
Slavoj Zizek es sociologo, psicologo y un par de cosas mas, aunque a efectos practicos es el penultimo pensador marxista, de nacionalidad eslovena, formado en la Yugoslavia de Tito, y que en la base de sus teorias reune a Lacan, Lenin y el cine comercial de Hollywood. Durillo de leer en formato libro, sobre todo para los que no tenemos ni pajolera idea de psicoanalisis, se lo lleva mejor en articulos cortos, y es muy dado a analizar las implicaciones de blockbuster tipo 300. En el articulo 'La verdadera izquierda de Hollywood', Zizek planteo que en el fondo del planteamiento de la pelicula -no habia leido el comic- se encontraba un contenido mas subversivo del que la critica desde la izquierda le otorgaba. El Imperio Persa como maquina de guerra implacable, decadente y multicultural en el mal sentido era opuesto a un puñado de guerreros que defienden disciplinadamente su modo de vida, proponiendo su sacrificio como ejemplo para el resto de griegos. En el fondo, sostiene Zizek, subyace la idea de la disciplina y el control del propio cuerpo como el unico arma de que dispone aquel que no tiene nada. La libertad no es un don caido del cielo, dirian los espartanos. La libertad se gana.
Me temo que aun encantandome Frank Miller, tengo que darle la razon. El autor de Sin City, Ronin y El retorno del señor de la noche parece moverse en un terreno ambiguo entre la impugnacion del sistema y el conservadurismo policial mas rancio, pero no hay que olvidar nunca que los extremos se tocan y que la extrema derecha es tan partidaria de las revoluciones y de derrocar gobiernos como cualquier aspirante a bolchevique que se precie. En fin, esto lo dice Wu Ming 1 en su articulo. 300, de Zack Snyder, no se parece a la adaptacion que Paul Verhoeven hizo de Tropas del Espacio -que necesite dos ver dos veces para tomarme en serio, lo admito-, en la que parodiaba el militarismo de la novela Heinlein. Este novelista de ciencia-ficcion no era tan diferente de Miller en esa ambiguedad de libertarian, pero no yo tampoco hace falta verlo leer a Aynd Rand para convencerse. Los extremos tienden a tocarse y no existen las obras homogeneas, pero cerradas en si mismas, la "intencion ultima" de los autores en 300 -comic y pelicula- y Tropas del Espacio -solo la novela- es militarista y conservadora.
Por otra parte, y aqui viene cuando me meto en camisas de once varas, no creo que Slavoj Zizek quisiese referirse, pese al titulo de su escrito, necesariamente a Zack Snyder y Frank Miller, aunque parece intuirse que no esta familiarizado con la obra de ninguno de los dos. Mas bien, da la impresion de que Wu Ming 1 decida olvidarse de si mismo y de Umberto Eco, cuyos trabajos los estudiantes de comunicacion a poco que quieran acaban conociendo bien, y que el movimiento Luther Blissett y el mismo colectivo Wu Ming han tenido, de una forma u otra forma, tan presente.
Sin liarme mucho, que cito de memoria y tampoco he leido tanto a don Umberto, esta ya mas o menos aceptado que un texto no cobra sentido completo hasta que el lector se lo otorga. La "negociacion de sentido" eterna entre emisor y receptor se resuelve en base a una serie de factores contextuales, culturales, etc. que influyen en el tipo de lectura que se realice de un determinado mensaje. Eco a veces sostiene que no existen las "lecturas aberrantes" -es decir, inadecuadas- y otras que si, la cuestion podria ser que, en el fondo, son otra convencion, y una lectura no es aberrante en tanto en el contexto de recepcion-asimilacion del mensaje sea "posible". Vamos, que en el fondo depende en un 90 por ciento del lector y el resto de la capacidad de controlar la recepcion del emisor. O no, yo que se.

Wu Ming 1 define la pelicula como una experiencia cerrada, una falange espartana que hay que aceptar y rechazar en bloque. Sin embargo, el proyecto que bautiza a este autor italiano, ¿no surge de la idea de que al final, los mitos no pertenecen a las intenciones del autor sino a un "nosotros" que la comunidad en la que ese mensaje cobra vida? En las llaves del judo, la fuerza del adversario se usa para derribarlo. En la batalla de lo simbolico, donde Luther Blissett o Wu Ming tratan de disputarle la clientela al llamado "pensamiento unico", para la guerrilla no queda otro remedio. Con la demagogia de rigor y la aficion al simil de la cultura pop, citare de memoria al personaje que Gene Hackman encarna en Enemigo publico numero uno, de Tony Scott, cuando alecciona a Will Smith sobre las tacticas de la guerra de guerrillas: "Usas el tamaño a tu favor. Tu eres rapido y ellos lentos, cada vez que das un golpe, usas su material o lo inutilizas, asi que tu ganas y ellos pierden"... a Hackman no le va muy bien, pero no es dificil captar la idea.
¿No es acaso lo que hacian, inconscientemente, los primeros fans de Stark Trek que escribieron los celebres slash, prefiguraciones del fanfiction, en los que el capitan Kirk y Spock aceptaban su mutua atraccion homosexual? El fenomeno del fanfiction o el movimiento fan como participacion activa del lector en la elaboracion de un mensaje que acaba por superar los limites que preveia el emisor forman parte de los experimentos que fundamentan Wu Ming y sus novelas 54 o Manituania. Entre el fandom de los comics Marvel o DC es habitual la sensacion de que determinadas historias "canonicas" que publica la editorial sean consideradas por los lectores como una "traicion" a la esencia de los personaje, de ahi el fanfiction que "corrige" a... ¡los dueños del copyright! Es, en el fondo, toda una idea programatica sobre mitopoiesis, que se realiza inconscientemente y que es la bandera del proyecto Wu Ming: ¡los personajes, los conceptos, no son vuestros, son nuestros! Un narrador colectivo, que es todos y no es nadie, que, al estilo de Pedro Paramo, de Juan Rulfo, surge de las entrañas de la Tierra.
Atencion, voy a dar otro rodeo, mas pedante e incongruente que el anterior.
Wu Ming 1 habla en otro articulo de la celebre argumentacion de Malcolm X a los negros norteamericanos alla por los 60: tu abuelo no iba en el Myflower, tu abuelo era mercaderia, pero tambien tu abuelo era Nat Turner, era Toussaint L´Ouverture... ¿Y nosotros? ¿Quien es nuestro abuelo? ¿Quienes somos nosotros y donde esta nuestra identidad compartida? Nuestros abuelos no eran francotiradores, sentimos el aliento del verdugo sobre su tumba -que diria Reincidentes-, pero nosotros somos los tiradores solitarios de Expediente X, que no tenemos nada mejor que hacer que creer que cambiamos el mundo desde un piojoso blog que solo leen tus cuatro amigos de clase mientras mueven el dedo en circulos a la altura de la sien.
El problema es que, ya desvariando del todo, la falange espartana, como explica Leonidas a Efialtes, basa su fortaleza en que cada hombre protege al de su izquierda con el escudo desde el cuello hasta la pierna. Un solo hueco y se viene abajo. Alexis de Tocqueville gana la batalla desde dentro.
lunes, 10 de marzo de 2008
El votante inútil
Izquierda Unida ha ido descafeinándose a velocidad de vértigo, convertida en un partido que finge ser extrema izquierda cuando es simple socialdemocracia maquillada. Que algunos encuentren sus posturas radicales sólo confirma el desastroso panorama del pensamiento único, el Fin de la Historia, el Apocalipsis de las cacatúas o como lo queramos llamar. PSOE, PP, UPD... se mueven en el terreno del liberalismo matizado, pequeños toques de supuesta ideología que esconden una escandalosa ausencia de diferencias sustanciales. El ecologismo no es una ideología, la socialdemocracia o la democracia cristiana tampoco, son sólo formas diferentes de administrar el sistema de mercado.
En cuanto al nacionalismo, los dos partidos regionalistas más fuertes en España, CiU y PNV, son aún más conservadores en lo social -de lo político, que es lo económico, ni hablo- que el Partido Popular. El nacionalismo es otra manera más de administrar el capitalismo y fue lo que mató a la URSS y dio lugar al estalinismo, ejem: convertir la Revolución y la ideología en "cuestión de Estado", supeditada a los intereses de una comunidad concreta, un medio de mantener el poder y no un fin en sí misma. (Constríñase todo esto a mi supina ignorancia). La izquierda, por definición, es internacionalista. El PNV, CiU y demás curiosidades de la ciencia política no deberían gozar de barra libre porque durante el franquismo se proscribiese el catalán y el vasco. Partidos aluvión que concentran votos no bipartidistas, son peligrosos, pero alguien aún más peligroso.
Zapatero es peligroso. No porque vaya a romper España, sino porque no va a hacerlo. Si la diferencia entre Zapatero y Rajoy son los matrimonios gays y el número de becas que se conceden, si los dos van a hablar de conceptos ambiguos de seguridad y de recortes de impuestos, de superavits y de apoyo a las empresas, ¿qué importa? Las becas y las subvenciones no son de izquierdas porque implican que existen servicios por los que hay que pagar y que el Estado sólo tiene que corregir algún desajuste. No garantizan un derecho, lo retiran. El debate no es si se repartan mejor o peor o donde hay que poner el corte sino para qué sirven realmente. El problema es que el neoliberalismo se está poniendo las botas, vamos a pasar de las becas a los préstamos de estudios -es decir, el que quiera estudiar tendrá que hipotecarse, literalmente- y la única solución de la izquierda ha sido tratar de enrocarse en el Estado del bienestar. Puede que el estalinismo no fuese Jauja, pero convertir ahora las tácticas de la socialdemocracia en la panacea no las hace buenas.
El problema es que la época del homo viddens vivimos de imágenes. ZP no va a impedir, por ejemplo, la privatización de la educación pública, ni va a frenar la desnatulización de la vida privada, familiar y laboral a la que lleva el actual ritmo del turbocapitalismo y esas cosas. Pero casará homosexuales y dirá "ciudadanos y ciudadanas" y la supuesta izquierda sociológica -burguesía bohemia que siempre ha comido caliente pero cuyos hijos vivirán hipotecados hasta las cejas- lo votará entusiasmada. ZP pone algo más bajos los listones, pero no los retira. Y somos tan idiotas que nos parece bien, porque lo apoyan Serrat y Sabina, que corrieron delante de los grises.
Pero esos fueron otros. Fue la perversión ad nauseam de la política española porque el feudalismo se prolongó 40 años en pleno siglo XX. No eran comunistas ni socialistas, sólo liberales que reconducían su deseo de oposición por las vías que se les ofrecía, y que así consiguieron descafeinar para siempre un ánimo revolucionario que, aún así, la Unión Soviética había contaminado mucho tiempo atrás. Nosotros somos lo que estamos aquí ahora, y la mayoría ni nos acercamos a corrientes rojas y alternativas porque nos parece ver la escena de La Vida de Brian donde Chapman tiene que ponerse a gritar que el enemigo común son los romanos, porque a veces son niños de papá que fingen ser rebeldes y otras veces gente que parece estar jugando a las casitas, y porque la mayoría sufren de aquello que me gusta llamar el síndorme del último hombre cuerdo en la Tierra, un autoengaño egocéntrico que lleva a pensar que cualquiera que no piensa punto por punto igual que tú es idiota, tal que un Inquisidor del XVI sin mechero a mano.
En fin. Mi ego desmesurado no ha leído lo suficiente de Rosa Luxemburgo o Trostky para saber en que parte del espectro se sitúa, ni para ser capaz de juzgar si los indigenistas de Latinoamérica son el socialismo del siglo XXI o la simple incorporación de sus comunidades al gran juego. Tampoco está tan imbuido de autosuficiencia post-Transición o de adoración a Fukuyama como para sonreír de medio lado al nombrarlos. Gasto dinero como un perro, vivo mi vida, caigo mal a los alternativos, voy a manifestaciones y me desespera la aridez política del panorama. Hablando en plata, que las elecciones no habrían servido absolutamente para nada aunque Izquierda Unida hubiese obtenido mayoría absoluta, porque la voto por ser lo menos malo. En fin.