jueves, 21 de agosto de 2008

El caballero oscuro, de Christopher Nolan

La versión definitiva (de momento) de un mito en constante evolución. Dejando atrás las versiones retro de Burton y Dini y el estilo kistch desbocado de Joel Schumacher, Christopher Nolan sumerge a Batman en los problemas del XXI y demuestra el potencial del muy permeable género superheroico (y tal).

El planteamiento es el de La broma asesina, pero llevado al extremo. El Joker, caracterizado como el psicópata "demasiado lúcido" de Arkham Assylum, agente del caos empeñado en demostrar que todo el mundo es como él a poco que se rasque. Batman, el agente del orden que, para demostrar lo contrario, se ve obligado a "contaminarse" y saltarse los principios que dice defender. Es una revisión más pesimista, pues si en el cómic de Moore y Bolland el Comiserio Gordon mantenía la cordura y se reafirmaba en sus convicciones, en El caballero oscuro, Harvey Dent, el representante "puro" de la ley, pierde, y acaba convertido en un trasunto del mismo Joker. Batman, por su parte, termina por mancharse las manos, limpiando los pecados de Dent en una especie de sacrificio cuasi religioso.

Pero en esa Gotham en la que no existen soluciones fáciles y nada es absolutamente blanco o negro, queda resquicio para pequeños rayos de esperanza: la familia Gordon, con el comisario como el único del trío de "héroes" que no es tocado por la corrupción; la reacción del preso honrado o Lucius Fox destruyendo al "hermano ojo" y marcando que hasta para los vigilantes enmascarados existen límites que no deben sobrepasarse.

Un paralelo es La jungla de cristal, explotando el miedo al "terrorismo" en un momento en el que este roza más la paranoia que cuando se rodó la peli de acción de Bruce Willis. Otro, Heat, por la patina de realismo con que se cubre y la épica que surge de la importancia de lo que sucede en pantalla, de la cual los efectos especiales son sólo una herramienta (chúpame un pie, Michael Bay). Peroa mí, además, me recuerda a El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford. Tenemos, por un lado, al hombre de ley y ciudadano ideal, recién llegado a una ciudad corrupta hasta el tuétano, y por otro, al "superhombre" que combate esa corrupción según sus propias reglas, tan al margen de la ley como aquellos a los que se enfrenta. Entre ambos, una mujer. Y luego, la situación difícil, la decisión imposible y la actuación en consecuencia de ambos. En El caballero oscuro es el "honrado ciudadano" el que pierde, y el tono es mucho más pesimista, pero la dicotomía.

El caballero oscuro es una demostración de que no existen los géneros menores, siendo los superhéroes una metáfora perfectamente válida y útil destinada a un público más o menos adulto (o haciendo llegar mensajes complejos a públicos muy variados). No se puede decir que eleve al cómic como medio, en todo caso al cine, pero lo que sí es cierto es que toma materiales de historias de Batman que han tratado los mismos temas con igual efectividad: La broma asesina, Arkham Assylum, Batman: Año Uno, Gotham Knights, El regreso del Señor de la Noche, The Cult...

Scott McLoud, en La revolución de los cómics, hablaba de los superhéroes como un género basado en las fantasías de identificación adolescentes -así nació Superman-, y señaló como ese tipo de historias ha comenzado a trasladarse al cine y los videojuegos arrastrando tras de sí a su público objetivo, de modo que el tebeo debería empezar a explorar otros géneros. Dejando aparte el reduccionismo gringo -tebeo=superhéroes-, habría que señalar que los superhéroes son un género híbrido y permeable, donde los mismo caben la historias de detectives que la ciencia-ficción o, a qué negarlo, el culebrón más rancio. Sus temas centrales, por convención, vienen a ser el poder, el bien y el mal y cómo "salvar el mundo", presentes en obras maestras como Wachtmen, Miracleman o Astro City. Aún así, no son privativos de la historieta, cine, televisión y literatura pueden acogerlos sin ningún problema, como lo prueba, por ejemplo, El protegido.

Pero El caballero oscuro, en la línea del mejor Año Uno, convierte a Batman en una fantasía de identificación "adulta", en la que ser un "superhombre" no es necesariamente una tarea fácil. El espectador no se recrea pensando en todo lo que podría hacer si gozase de la espléndida fortuna de Bruce Wayne, sino que se revuelve incómodo en el sillón, preguntándose qué haría de estar en su lugar. Como en Wachtmen, el "superhéroe" representante la solución insensata al problema imposible, la espada que corta el nudo gordiano, una respuesta que, aunque efectiva, lleva implícita, en su falta de respeto consciente hacia las reglas del juego que dice defender, la penitencia.

La estructura del magnífico guión, en el que ningún elemento se encuentra al azar o para adornar, gira sobre sí misma. En esa historia cuyos nudos se repiten, son las motivaciones de los personajes las que aportan los matices a cada acto. Harvey y Bruce se ayudan mutuamente sin saberlo, uno carga con las culpas del otro por distintos, al final, el menos corrupto de los dos es el que sucumbe. Muertes fingidas y saltos en la ley, ¿es, finalmente, bueno o malo que Batman no se deba a ninguna ley, igual que el Joker no respeta los códigos internos de la mafia? Cuando el mundo entero es corrupto, ¿saltarse leyes en principio justas está justificado? (Toma retruécano).

La dirección, además, está al servicio de todo esto. Con grandes momentos, es espectacular y sobria en los momentos que debe serlo, y, a pesar de que es una película muy violenta, apenas si se nota. El único delirio morboso son las cicatrices de los dos villanos, exageración de sus traumas personales, y que contrastan con las de Batman, que no lleva las marcas de los suyos a la vista. Y sí, Heath Ledger está horrendamente magnífico, consiguiendo que cada vez que aparezca en pantalla el público se acojone. Todos los personajes tienen algún momento para que el actor se luzca, justificando el reparto de órdago, otro mérito del guión.

Me voy a esperar a que se me pase el entusiasmo para decidir si es mejor o no que Batman Vuelve y en qué nivel del Top Ten de películas de superhéroes habría que colocarla. Desde luego supera a Batman Begins en todo, supongo que por eso los paralelismo que le han sacado con El Padrino II. Nolan, que encima también se encarga del guión, está cerca de convertirse en el mejor director que se haya acercado al género, a punto de comerse a Bryan Singer, Ang Lee y, los santos nos valgan, Tim Burton.

4 comentarios:

Eldan dijo...

Jum, pues yo ya había escuchado una crítica nada favorable hacia la película. Claro que era de un tipo que de cine de superheroes no sabe ni fú ni fá. Tu crítica es todo lo contrario, pero imagino que tampoco eres la persona más objetiva para hablar de una película con estos personajes (juas juas), así que tendré que verla algún día. En fin, nos vemos el lunes en el paredón de fusilamiento.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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