sábado, 11 de junio de 2011

¿No os avergüenza, oh argivos, estar de nuevo atrapados entre empalizadas?

Se preguntará usted, ¿por qué empieza este muchacho su carta de presentación de esta manera? Todo tiene su explicación. Cuando esté usted repasando los curriculums, me identificará como ‘el que citaba la Eneida’. Quizás se dé la circunstancia de que no conoce usted la Eneida. No se preocupe, que yo se lo explico.

La Eneida es una epopeya escrita en el Siglo I por el poeta latino Publio Virgilio Maron, por encargo del emperador Augusto. La obra evoca el mítico viaje del héroe troyano Eneas, hijo de Anquises y de la diosa Venus, desde la Troya destruida por los aqueos hasta el Lacio primitivo, sentando las bases de la posterior fundación de Roma. 

En la obra se reescriben toda clase de episodios provenientes de los poemas homéricos, la Iliada y la Odisea, como el enfrentamiento a los cíclopes en Sicilia o el descenso a los infiernos, que si bien Ulises realizaba viajando hasta más allá de las columnas de Hércules, Eneas afronta acompañado por la Sibila, a través de Cumas.

El poema, además, se considera una obra maestra de la propaganda política. Eneas presenta las virtudes del perfecto héroe cívico del Imperio bajo Augusto, anteponiendo al deber político y religioso que supone el encargo de la fundación de Roma por parte del mismísimo Júpiter a su amor por la reina Dido de Cartago.
Además, el emperador puede presentarse ante sus súbditos como descendiente directo de los dioses a través de su padre adoptivo, Julio César. En la mitología romana, Venus es hija de Júpiter –al contrario que Afrodita, producto del encuentro entre órgano castrado de Urano, arrojado al mar por su hijo Cronos, con la espuma de las olas–. Y Eneas, hijo de Venus, es padre de Iulo, fundador de la familia Julia, lejano antepasado del conquistador de las Galias.

Descubrí las estimulantes desventuras del último troyano durante una gripe, gracias a un libro de mitología romana para niños de la biblioteca de mi abuela. Leería la Eneida completa, en una traducción horrible, por cierto, ya adolescente. Y hace pocos años disfruté de una versión en cómic que lo recreaba en un universo de ciencia-ficción, donde Troya es un planeta y los exiliados huyen en naves espaciales, un poco al estilo de la popular serie de dibujos animados japonesa, Ulises31.

Por todo ello, y por cumplir los requisitos de disponibilidad horaria, pretensiones salariales y posesión de mascarilla, escoba y cubo de basuras propio, me creo perfectamente cualificado para el puesto de barrendero que su empresa oferta.