martes, 2 de junio de 2009

Crisistunidad


Lo afirmó Lisa Simpson: los chinos usan la misma palabra para decir crisis que para decir oportunidad. Lo confirmó Homer: "Crisistunidad".

Y ya puestos, el refranero español dice aquello de: "tanto va el cántaro a la fuente...".

En fin, que fiel a su estilo, el Betis ha pegado un segundazo vergonzoso y vergonzante, que parece aún más tremendo por el tema del capicúa (el tercero por arriba y el tercero por abajo) y cuyo responsable último, más allá del rendimiento muy por debajo de lo que dicen sus nóminas de nuestros amigos los jugadores, se llama Manuel Ruiz de Lopera, el mismo nombre que alguna gente sigue empeñada en darle al estadio Benito Villamarín.

En fin, que es una crisis del carajo, porque no hay más que ver a la Real Sociedad o al Celta para darse cuenta (y el Zaragoza es difícil que no suba, pero ha sudado la gota gorda para meterse ahí) de que Segunda no es ningún paseíto para los "grandes". De hecho, así en frío, si de los tres descendidos me preguntan cuál veo antes volviendo a Primera, diria el Numancia, auténtico "equipo ascensor" especializado (por el mismo camino va el Tenerife).

Y también es una oportunidad. La que puede estar aprovechando el Zaragoza para construir un club nuevo y un equipo fuerte con un entrenador comprometido (o no). La que canalizaron en su momento el Villarreal y, si, el Sevilla. La hora de la limpieza, para la que existen dos caminos.

Uno, el más sencillo, el más duro, pero el que se pide a gritos porque a largo plazo será mejor, que se vaya Lopera. Quien venga detrás lo tendrá fácil para ganarse a la afición y justificar un "tránsito por el desierto" que se antojaría inevitable (Lopera ha descapitalizado el Betis como entidad, que a efectos prácticos pertenece a sus empresas) y en el que, miedo me da pensarlo, la permanencia en Segunda sería como para darse con un canto en los dientes.

El otro, el más complicado. Que Lopera se mantenga como "la mayoritaria", el dueño del cortijo, el boss, pero delegue la gestión del club en otras manos, presumiblemente las de alguien con un mínimo interés en dotarlo de una organización decente y de poner a cargo la faceta deportiva a un profesional del tema con un mínimo de compromiso. Esto lo veo difícil, fundamentalmente porque "don Manué" ha espantado a todas las figuras competentes de su entorno (sirva como ejemplo Lorenzo Serra Ferrer) y además tiene una tendencia innata a enrrabietarse en cuanto alguien le roba protagonismo (que le pregunten a Paco Chaparro). Es la principal razón por la que, en mi opinión, el personaje no piensa vender: le acojona que alguien venga detrás, lo haga mejor y, sobre todo, le cambie el nombre al medio-estadio (once años sin terminarlo, once, que tiene cojones). Aparte de lo que tenga que perder económica o legalmente, que no es poco.

A estas alturas, manifa con 65.000 personas mediante -ya sus podríais juntar así en la próxima huelga general que acabará llegando, chiquilicuatres-, está bastante claro que la Fundación Heliópolis y otros inventos no van a pagar porque Lopera no piensa ponerle un precio lógico a las acciones del club. De hecho, es más o menos probable que si alguien estuviese dispuesto a pagarle las barbaridades que pide por un club descapitalizado y en segunda, Lopera subiese el precio aún más como, de hecho, ya hizo el otoño pasado, inventándose incluso una sociedad fantasma para autocomprarse el equipo.

Los fichajes y salidas confirmados, ay, no auguran nada bueno. Qué Juanito se vaya es lógico, porque semejante desbarajuste no hay quien lo aguante, y menos un capitán, internacional y con ofertas de Champions sobre la mesa, al que se lleva ninguneando años, mientras a auténticos petardos que viene de fuera se les pagan cifras de galáctico. Económica y legamente Lopera tiene dos tercios de culo al aire, con Hacienda relamiéndose el colmillo. La posibilidad de sufrir un cachondeo administrativo como el que en su momento pasó el Atlético de Madrid o hace nada la Real Sociedad está ahí. Maradona nos proteja.

En fin, que esperemos que "mi Beti" aproveche, de la manera que sea, su "crisistunidad".