lunes, 10 de marzo de 2008

El votante inútil

Lo confieso. Soy un votante inútil.

Desde que tengo derecho al voto, excepto en un par de excepcionales ocasiones y por razones que no veo necesario enumerar, lo he ejercido apoyando a los candidatos de Izquierda Unida. Hace poco una amiga me ha explicado el concepto gringo del yellow dog democratic, votantes del Partido Demócrata tan "cautivos" que admiten que si este presentase a un perro amarillo en sus listas, ellos lo apoyarían. Bueno, a efectos prácticos, yo soy un yellow dog left o algo así, y, desde mi personal e intransferible punto de vista, lo más parecido a un partido de izquierdas que se presenta con posibilidad de representación parlamentaria en España es IU. Perspectiva que me parece muy triste, ya que mi voto útil -entendido éste como votar algo que no te satisface pero te parece lo menos malo, usualmente el voto que migra de IU o formaciones nacionalistas como BNG o ERC hacia el PSOE- es, para más inri, completamente inútil.

Izquierda Unida ha ido descafeinándose a velocidad de vértigo, convertida en un partido que finge ser extrema izquierda cuando es simple socialdemocracia maquillada. Que algunos encuentren sus posturas radicales sólo confirma el desastroso panorama del pensamiento único, el Fin de la Historia, el Apocalipsis de las cacatúas o como lo queramos llamar. PSOE, PP, UPD... se mueven en el terreno del liberalismo matizado, pequeños toques de supuesta ideología que esconden una escandalosa ausencia de diferencias sustanciales. El ecologismo no es una ideología, la socialdemocracia o la democracia cristiana tampoco, son sólo formas diferentes de administrar el sistema de mercado.

Veamos. Desde mi punto de vista el aborto libre, los matrimonios homosexuales y demás soserías no son política, sino código civil. Maquillaje para programas económicos que inciden realmente en cómo vive la gente y qué derechos realmente se le permiten ejercer. Una cosa es lo que ponga la Constitución que podemos hacer y otra lo que los sueldos y la gestión de los recursos del Estado nos permiten hacer. ¿De qué sirve a dos homosexuales poder casarse o adoptar si no van a tener casa donde poder formar esa hipotética familia? La ampliación de los derechos sociales es maquillaje. Incorporar nuevas minorías al capitalismo no lo hace más benigno, sino que lo vuelve más perverso. Ya dijo el profeta que los fanatismos que más debemos temer son aquellos que pueden ser confundidos con la tolerancia.

En cuanto al nacionalismo, los dos partidos regionalistas más fuertes en España, CiU y PNV, son aún más conservadores en lo social -de lo político, que es lo económico, ni hablo- que el Partido Popular. El nacionalismo es otra manera más de administrar el capitalismo y fue lo que mató a la URSS y dio lugar al estalinismo, ejem: convertir la Revolución y la ideología en "cuestión de Estado", supeditada a los intereses de una comunidad concreta, un medio de mantener el poder y no un fin en sí misma. (Constríñase todo esto a mi supina ignorancia). La izquierda, por definición, es internacionalista. El PNV, CiU y demás curiosidades de la ciencia política no deberían gozar de barra libre porque durante el franquismo se proscribiese el catalán y el vasco. Partidos aluvión que concentran votos no bipartidistas, son peligrosos, pero alguien aún más peligroso.

Zapatero es peligroso. No porque vaya a romper España, sino porque no va a hacerlo. Si la diferencia entre Zapatero y Rajoy son los matrimonios gays y el número de becas que se conceden, si los dos van a hablar de conceptos ambiguos de seguridad y de recortes de impuestos, de superavits y de apoyo a las empresas, ¿qué importa? Las becas y las subvenciones no son de izquierdas porque implican que existen servicios por los que hay que pagar y que el Estado sólo tiene que corregir algún desajuste. No garantizan un derecho, lo retiran. El debate no es si se repartan mejor o peor o donde hay que poner el corte sino para qué sirven realmente. El problema es que el neoliberalismo se está poniendo las botas, vamos a pasar de las becas a los préstamos de estudios -es decir, el que quiera estudiar tendrá que hipotecarse, literalmente- y la única solución de la izquierda ha sido tratar de enrocarse en el Estado del bienestar. Puede que el estalinismo no fuese Jauja, pero convertir ahora las tácticas de la socialdemocracia en la panacea no las hace buenas.

El problema es que la época del homo viddens vivimos de imágenes. ZP no va a impedir, por ejemplo, la privatización de la educación pública, ni va a frenar la desnatulización de la vida privada, familiar y laboral a la que lleva el actual ritmo del turbocapitalismo y esas cosas. Pero casará homosexuales y dirá "ciudadanos y ciudadanas" y la supuesta izquierda sociológica -burguesía bohemia que siempre ha comido caliente pero cuyos hijos vivirán hipotecados hasta las cejas- lo votará entusiasmada. ZP pone algo más bajos los listones, pero no los retira. Y somos tan idiotas que nos parece bien, porque lo apoyan Serrat y Sabina, que corrieron delante de los grises.

Pero esos fueron otros. Fue la perversión ad nauseam de la política española porque el feudalismo se prolongó 40 años en pleno siglo XX. No eran comunistas ni socialistas, sólo liberales que reconducían su deseo de oposición por las vías que se les ofrecía, y que así consiguieron descafeinar para siempre un ánimo revolucionario que, aún así, la Unión Soviética había contaminado mucho tiempo atrás. Nosotros somos lo que estamos aquí ahora, y la mayoría ni nos acercamos a corrientes rojas y alternativas porque nos parece ver la escena de La Vida de Brian donde Chapman tiene que ponerse a gritar que el enemigo común son los romanos, porque a veces son niños de papá que fingen ser rebeldes y otras veces gente que parece estar jugando a las casitas, y porque la mayoría sufren de aquello que me gusta llamar el síndorme del último hombre cuerdo en la Tierra, un autoengaño egocéntrico que lleva a pensar que cualquiera que no piensa punto por punto igual que tú es idiota, tal que un Inquisidor del XVI sin mechero a mano.

En fin. Mi ego desmesurado no ha leído lo suficiente de Rosa Luxemburgo o Trostky para saber en que parte del espectro se sitúa, ni para ser capaz de juzgar si los indigenistas de Latinoamérica son el socialismo del siglo XXI o la simple incorporación de sus comunidades al gran juego. Tampoco está tan imbuido de autosuficiencia post-Transición o de adoración a Fukuyama como para sonreír de medio lado al nombrarlos. Gasto dinero como un perro, vivo mi vida, caigo mal a los alternativos, voy a manifestaciones y me desespera la aridez política del panorama. Hablando en plata, que las elecciones no habrían servido absolutamente para nada aunque Izquierda Unida hubiese obtenido mayoría absoluta, porque la voto por ser lo menos malo. En fin.

5 comentarios:

David A.M. dijo...

Amén.

Anónimo dijo...

Es Yellow Dog Democrats :)

Eldan dijo...

Vaya, otro votante de Izquierda Unida como yo. Di que sí, hay que quedarse en el barco hasta que se hunda. De todas formas los capitanes de los otros navíos también se dirigen hacia el mismo escollo. ¿Así que me consideras una persona poco recomendable, eh? Bueno, no estaría bonito que te discutiera eso, que la gente lo descubra y te acabe dando la razón. Me gusta especialmente la viñeta que has puesto sobre el entrenamiento al estilo del señor Muten Roshi (ya has visto que es mi maestro). Ahora estoy pensando que dentro de un futuro no muy lejano, cuando esté debajo de un puente compartiendo una lata de habichuelas con otros mendigos, podré contar la anécdota de cómo trabajé junto a uno de los ideólogos más influyentes de nuestro siglo.

Advenedizo dijo...

...

Os odio a todos.

Anónimo dijo...
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