lunes, 15 de octubre de 2007

Mortadelo para principiantes

La popular web dedicada al mundillo del cómic Zona Negativa dedica esta semana a la memoria del escritor argentino Héctor Germán Oesterheld, célebre autor de dos obras maestras de la historieta argentina en particular y el tebeo en castellano en general: Mort Cinder y El Eternauta, en colaboración con los dibujante Alberto Breccia, la primera, y Francisco Solano, la segunda. Desapareció junto a sus dos hijas hace ahora 30 años, en la vorágine de la dictadura de Videla y a causa de las ideas políticas que reflejó en sus obras. La leyenda de su honestidad se cruza y engrandece con sus aportaciones al cómic y la ciencia-ficción en castellano.

Tras este descarado y vergonzoso ejercicio de vampirización de la legitimidad intelectual, y haciendo gala del estilo Café, puro y copa, paso a perorar de lo que realmente me interesa.

Las estanterías dedicadas al cómic empiezan a ser cosa habitual en las librerías -pásense por cualquier Casa del Libro- aunque tanto éstas como las editoriales insisten en hacer publicidad reclamando atención para eso que llaman novela gráfica. Existe, mediante no identifico que clase de ciencia infusa, la creencia de que determinadas obras son "de las que le prestarías a alguien que no lee tebeos", identificando semejante aberración como marchamo de calidad en los contenidos. ¿Qué cómic es el más recomendable? ¡Cualquiera! Cualquiera que sea bueno, claro... No sólo de Maus y Persépolis vive el hombre.

Pese a todo el empeño en defender la validez artística del medio, persiste el tópico de que el cómic, tebeo o historieta equivale a algo simple y para niños. En el otro extremo, muchos puristas del mundillo reniegan de las aventuras o el género infantil tratando de lograr legitimidad intelectual. Yo soy de la opinión de que no existen géneros menores, sino autores snob o sin ideas. El Arte no está en el medio sino en nosotros, la prueba es como las series de televisión están empezando a superar al cine comercial en riesgo y originalidad.


Así que, fuera complejos. Hoy, recomendaciones interesadas, separando por nacionalidades. Los tres monstruos del cómic, tebeo o historieta: EEUU, Japón y Francia, más España y olé. Para Argentina, quede el párrafo dedicado a Oesterheld y, por supuesto, Mafalda. Si no has leído nunca una tira de Mafalda eres un ignorante, un lerdo, un tontolaba... el equivalente a un estudiante de periodismo en quinto de carrera. Asúmelo y ve a corregirlo inmediatamente.


1) EEUU: Tetas y peleas.

En EEUU cómic es sinónimo de superhéroes. El mercado ha estado dominado desde siempre por los tíos en mallas y las propuestas independientes, como Robert Crumb y compañía, han sido rápidamente ascendidas al Olimpo, pero nunca han vendido un peo. Hay autores que viven más allá de las dos grandes editoriales, Marvel (Spiderman, X-Men, Captain America) y DC (Superman, Batman, Justice League of America), que además desde los 90 han diversificado sus ofertas. Están, por ejemplo, Jeff Smith, Jason Lutes o Art Spiegelman. Hay autores que partiendo de los superhéroes y el dineral que dan se han creado su propio camino, como Frank Miller. Hay otros, incluso, que dentro de los superhéroes han creado grandes historias, usándolos como metáfora, es el caso de Alan Moore y Neil Gaiman. Con las adaptaciones al cine y el gafapastismo reinante, al lector medio le será relativamente sencillo acceder a Maus, Wachtmen, Bone, etc., así que paso de recomendarlos.

Los superhéroes son un género que, en tiempos recientes, ha degenerado en tetas y peleas. Es triste, pero es así. En los 30 y los 60, las dos grandes épocas del género, la violencia y el sexo eran más soterrados, pero en los 80 y 90 llegó el despiporre y aún nos estamos recuperando. Sin embargo, en 1985 se había publicado Wachtmen -próximamente descuartizado en sus cines- y también el género consiguió alcanzar artísticamente sus cotas más satisfactorias, tornándose esquizofrénico desde entonces.
Astro City escrita por Kurt Busiek y dibujada por Brent Anderson, dos especialistas del género, es una firme candidata a obra de Arte, utilizando los superhéroes más como metáfora que como crítica o excusa para tener tetas y peleas. Astro City es una ciudad genérica, mezcla de Metrópolis, Gotham City o Nueva York, en la que se acumulan todos los tópicos superheroicos posibles. Existen "pastiches" de Superman, Spiderman, Batman, el Capitán América... No son plagios, pero si reproducciones de los arquetipos: el superhombre, el detective, el patriota, etc. El primer número presenta a "Superman", conocido como el Samaritano, en una metáfora sobre el estrés, la competitividad y la ausencia de vida que el mundo actual exige a los "superhombres" triunfadores... o de los sacrificios necesarios para conseguir aquello que se ama.

Me está faltando el canto de un duro para recomendar Strangers in Paradise. Esta serie, obra de Terry Moore, es lo que se conoce como un "slice of life", es decir, un "trocito de vida", en inglés chapucero, consistente en enrollar gente con otra gente de manera realista, de tal forma que cualquier hijo de vecino (primermundista, claro) se siente identificado. También he resistido la tentación de ofrecer The Pride of Baghdag, de Brian K Vaughan, el guionista yanqui actual que más idolatro, o Fables, de Bill Willingham. Pero siguen siendo gafapastadas y mi empeño es demostrar que no existen los "tebeos para la gente que no lee tebeos". Es decir, los prejuicios de esos idiotas se quitan con ácido sulfúrico, no ofreciéndoles pedantería barata. Y eso que la pedantería barata es la razón de ser de este blog.

Así que... Blanco Humano, escrita por Peter Milligan, guionista británico, y dibujada por el tristemente fallecido Edvin Biukovic. El Blanco Humano es un asesino a sueldo que, si estás amenazado de muerte, se disfraza de tí y elimina a tus enemigos. Su capacidad de mimetismo es tal que cuando adopta una nueva identidad incluso a los más cercanos a tí les costará reconocer quién es el verdadero. Una miniserie de cuatro números llenos de acción, intriga y esas cosas, con tetas y con peleas pero también una trama que sorprende sin hacer trampas.

2) Japón: Más tetas y más peleas.

En el mundo del cómic, los manga japoneses son el equivalente al cine de Hollywood en el del séptimo arte. Baratos, sencillos, invasivos, lo devoran todo. EEUU y Francia han exhibido sus industrias con orgullo y chovinismo, acabando por convertir a Italia, España, Gran Bretaña o Argentina, países con tradiciones más que decentes, en canteras suyas. Sin embargo, en todos estos países los números uno de las listas de ventas hace tiempo que no los ocupan ni Superman ni Asterix, sino Naruto, Full Metal Alchemist o Fruits Basket.

El manga ha diversificado mucho más sus géneros que el cómic (superhéroes, humor y más superhéroes), la BD francesa (aventuras y pedantería) o, bueno, el resto del universo en general, que se dedica a imitar a los dos antes citados. Así, tenemos manga de aventuras, histórico, romántico, de ciencia-ficción, de humor, para gays, para lesbianas, deportivo, porno, combinaciones inesperadas de todos los anteriores... y todos con la misma capacidad de instalarse en el mercado y vender como rosquillas. Son baratos, de formato manejable y ofrecen muchas horas de lectura por poco dinero. Veamos. Comic-book típico gringo: 24 págs (color) por 1,9 euros. Album de BD gabacha: 48-56 págs. (color o no) por 12-18 euros. Tomo manga corriente y moliente: 200 págs, 8,50 euros, más o menos, según la editorial. ¿Qué van a comprar los críos? ¿Y qué van a seguir comprando cuando crezcan? A lo mejor diversifican, pero yo empecé con Mortadelo y los X-Men y miren como he salido.

Podría recomendar a Osamu Tezuka, el llamado "padre del manga" y maestro del estilo de ojos, pies y manos gigantescos. Seguro que todo el mundo ha visto dibujos animados producidos por su estudio y basados en alguna de sus obras: Astro Boy, la Princesa Caballero o Kimba, el león blanco -en el que se "inspiró" El Rey León de la Disney-. Tiene obras llamadas "adultas" -MW, Adolf- o históricas -El árbol que da sombra-, incluso religiosas -Buda-, pero será muy accesible dentro de nada con la adaptación al cine del pequeño Astro Boy, que mola un puñao.

También se me ha pasado por la cabeza Jiro Taniguchi, que con su dibujo realista se aleja completamente de los tópicos, y tiende a historias más intimistas y gafapastiles como Barrio Lejano, El almanaque de mi padre o La época de Botchan. Pero también paso. Paso incluso del Twin Peaks del anime, Evangelion, el mayor pedazo de blasfemia más difícil de entender de la historia o asín, con más puntos negros que la nariz de un quinceañero.

Lo que yo recomiendo es droga dura. Crying Freeman, de Kazuo Koike y Ryoichi Ikegami, la historia del asesino que llora, un sicario de la yakuza que mata contra su voluntad, pero es el mejor en su trabajo. Siempre deseando librarse de la esclavitud en que lo mantiene la banda de los 108 dragones, Yo Hinomura, de vocación pacífico alfarero, recibe el sobrenombre de Crying Freeman por su anhelo de libertad. Cuando se enamore de la pintora japonesa Emu Hino, a la que debe asesinar, ya que puede identificarlo, comenzará una aventura de imprevisibles consecuencias. Toma ya, deberían ficharme para escribir reseñas. Una de guantazos y tetas que no voy a decir que es la cumbre del género de la yakuza porque no lo domino lo suficiente, pero si muestra muy bien todos sus tópicos y recursos gráficos, habituales también de las historias de samurais, cuyo máximo exponente, El lobo solitario y su cachorro, es obra del mismo escritor. Crying Freeman inspiró una película de título homónimo, dirigida por Chritopher Gans (El pacto de los lobos) y protagonizada por un clásico del cine de acción de serie B, Marc Dacascos.

Mis otras dos recomendaciones ya rozan más lo intelectualoide, y por tanto, lo "recomendable", aunque sin pasarse. La primera es Nausicaa del valle del viento, obra de Hayao Miyazaki, dibujante que con su productora ha creado películas como La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro o El castillo ambulante. Nausicaa fue uno de los primeros personajes que trasladó a la gran pantalla y es una mezcla entre el personaje de la Odisea y varias leyendas japonesas pasados por un tamiz de ciencia-ficción. El anime es más famoso que el manga, pero yo recomiendo éste último. Para terminar con los japoneses, Hiroshima, de Keiji Nakazawa, relato en primera persona por parte de un superviviente del antes, durante y después del bombardeo atómico sobre la milenaria ciudad nipona.


3) Francia: Chovinismo, muchas más tetas y muchas menos peleas.

Lo que vende realmente de la BD francesa son los albumes históricos y de aventuras, que tienden, además, a cuidar mucho una detallista ambientación en perjuicio de guiones que no suelen ir más allá de la novela clásica de aventuras. Esto es una exageración interesada y tontorrona, claro. Lo que más se suele cacarear es la mayor libertad creativa de los autores franceses, de tal modo que tipos como Lewis Trondheim, que en España no verían la luz del sol, venden como churros. Bueno, no tanto, pero al menos lo publican.

Además, Francia se instituye en patria de los autores exiliados por sus ideas, de la reivindicación política, de las minorías machacadas, del sexo gratuito pero supuestamente "profundo" -ejem- y de los tostones. Más o menos como les pasa en el cine. Realmente todo lo que hacen es tan gafapastil, y la publicidad que se les da en España tan babeantemente pornográfica, que me han puesto en un auténtico aprieto. Realmente están más diversificados que los yanquis, y hay mucho humor y cabida en el mercado a productos que van más allá de los guantazos o el misterio, pero no son el paraíso que algunos proclaman. Y sigo generalizando gratuitamente, ojo.

Puestos a elegir, un poquito de cada. Como BD histórica y de aventuras, documentada al detalle, con giros de guión más o menos sostenibles y cacareada por los aficionados pero sin ínfulas de intelectualidad -digamos, un estilo a La reina Margot- propongo Arno, las aventuras de un músico y espía veneciano en medio de las Guerras Napoleónicas, guionizado por Jacques Martin y dibujado por André Juillard. De aventuras de la línea clara, la escuela clásica de Tintín -y si crees que el niño del flequillito es soso o tonto, vete de este blog, ignorante que juzga sin conocer-, admiro a sus alumnos aventajados, Blake y Mortimer, realizados en la actualidad por diversos autores pero creados por Edgar P. Jacobs. De eso del autobiografismo pornográfico con dibujo horroroso, La ascensión del gran mal, de David B., que por desgracia si es un "recomendable", pero así evito a su alumna, Marjane Satrapi, y su Persépolis, que me encanta, pero está hasta en la sopa. Y de humor, dejaos de rollos y recuperad los Asterix clásicos, cuando Goscinny, el guionista, aún vivía, porque Uderzo no sabe escribir ni un chiste decente. De una aberración llamada nouvelle manga, que combina temas franceses con estilo narrativo japonés, Fresa y chocolate, de Aurelita Aurita, erotismo naïf. Y sí, he sido más típico con los gabachos, pero es que "intelestualmente" se venden demasiado bien.

4) España:¡Tetas y peleas, por el amor de Dios!

La situación del tebeo español se parece a la del fútbol. En serio. ¿Cuándo se puede decir que el fútbol español va bien? ¿Cuando los equipos (las editoriales) ganan la Champions (venden razonablemente bien) pero alineando un montón de futbolistas extranjeros (publicando sólo franceses, japoneses y yanquis)? ¿O cuando los jugadores españoles (autores) ganan jugando en equipos extranjeros (publicando en EEUU o Francia)?
Dolmen, Norma, Recerca, Astiberri, Sins Entindo, Planeta, la división española de Panini... en una generalización muy injusta, tienden a publicar autores extranjeros, que se venden mejor y tienen más nombre. Los españoles sólo triunfan aquí, salvo excepciones, cuando les dan premios fuera. Tipo Almodovar o Vigalondo, por ejemplo.

Está Carlos Pacheco, que ha dibujado en EEUU casi todo lo dibujable: los X-Men, Green Lantern, Los 4 Fantásticos, Superman... No voy a decir que dibujar a Superman es lo máximo a lo que se puede aspirar en la industria yanqui, pero prácticamente si que lo es. Está Salvador Larroca, que ya se ha convertido en un clásico en las colecciones de X-Men y derivados. Pascual Ferry, David López, David Baldeón, Nuria Peris, Francis Portela, Fernando Pasarín, Kano, Daniel Acuña... Todos dibujantes, eso sí, y que han publicado más llegando desde fuera que cuando trabajaban en España.

Sobre el aspecto de la escritura, Pacheco hizo sus pinitos como guionista acompañado de su amigo, el escritor gaditano Rafa Marín, en todo un clásico, Los 4 Fantásticos, pero no les fue muy bien. Tuvieron muchas presiones editoriales y además les pusieron un dialoguista, Jeph Loeb, asesor de Smallville y un inútil del que debéis alejaros si no queréis que los Reyes Magos os echen carbón. Bastante quemados al final, Pacheco se cambió de compañía y Marín no ha vuelto a trabajar en EEUU -aunque tampoco lo ha llamado nadie-.

En Francia, más de lo mismo. El tándem formado por Juan Díaz Canales (guión) y Juanjo Guarnido (dibujo) triunfa con Blacksad. Miguelanxo Prado, autor completo, ínclito catalán pedante como él solo, se salió del pellejo con Trazo de Tiza, multipremiada obra que a mi no me parece para tanto pero no está mal.


En España... el problema es que acabamos tirando de los mismos de siempre para promocionar, cuando hay cositas por ahí que... bueno, mi primera recomendación, la revista El Manglar, que es un poco un batiburrillo de estilos muy variados que se dedica a promocionar autores patrios y recupera el formato de revistas que las invasiones japomericanas estaban amenazando con comerse y tan sólo El Jueves resistía en un pueblo de irreductibles o yoquesequé...
Obras, obras concretas. El prolongado sueño del señor T. , de Max, uno de los grandes, autor del mítico Peter Punk. Historia de esas que llaman intimista, muy simbólica y tal. Bandolero, de Carlos Giménez, célebre por Paracuellos, autor del cómic sobre Alatriste y asesor de Guillermo del Toro para El espinazo del diablo. Nada que ver con la horrible serie de dibujos animados de Canal Sur, por cierto, que hablaba ese horroroso andaluz artificial que se empeña en meternos por los oídos la tele pública. Más. Las aventuras del capitán Torrezno, de Santiago Valenzuela. Freda, de Kike Benlloch y Alberto Vázquez... Y ya no se me ocurren más cosas.

Por fin, tras extenuante coñazo, marcho. No olviden supervitaminarse y supermilenarizarse.

3 comentarios:

Alisa dijo...

Enhorabuena por el blog. Quizá te pasas un poco con la extensión de las entradas (se ve que tú tampoco "can't stand people"), pero ésta merece la pena (una humilde opinión, claro)
¿Eres de la clase?

Advenedizo dijo...

Más que ser, estoy.

Alisa dijo...

Yo soy, pero no estoy. ¿Quién eres? La curiosidad me embarga. Sin coña, tu blog es el mejor que he leído hasta ahora de todos los que escribimos para la asigaturilla esa. Lo peor es que ya lo sabes, claro.