viernes, 24 de julio de 2009

¡Viva Espiña!

Uno de esos días tontos en los que uno está escribiendo un ensayo sobre fanfiction, nuevas tecnologías y el día que George Lucas leyó la parte de atrás de la sobrecubierta de un libro de Joseph Campbell, me encontré con un enlace a esto. He de admitir que al principio sonaba estreñido, incluso en los párrafos de "¡malditos separatistas!", pero el texto me atrapó en su segunda parte, la de "Déjame decirte que a Ejpaña llego la Kultura antes que a ninguna parte en Heuropa, llegó desde Grecia...". ¡Jal!

Seguro que algún día haciendo zapping o intentando ver al Ranger Walker tropezasteis con la serie Siete en el paraíso, que TetaCinco ha tenido a bien repetir desordenando los capítulos durante los últimos años. El argumento era sencillo: un pastor protestante de alguna confesión sin especificar para no perder audiencia potencial tiene siete críos, a cada cual más tópico, hecho que da lugar a toda clases de situaciones en las que él y su muy operada esposa quince años mayor demuestran lo que es auténtica pedagogía cristiana en este mundo locos de hoy donde la gente fuma porros y es promiscua. También es la serie que dio a conocer a Jessica Biel.

En fin. En uno de esos capítulos aparece por allí uno de los abuelos, padre del sacerdote, creo recordar, y militar retirado. Coge por banda, para darle la charleta, a Lucy, la hija mediana, adolescente "rebelde" con tendencia a contestar y echarse novios que fuman porros y le tocan las tetas -esto no sale, pero digo yo que por lo menos lo intentarían, los chavales-. La cosa es que el abuelo le come el coco con lo importante que es tomar decisiones en la vida y le suelta (cito de memoria): "por ejemplo, durante la guerra, cuando el presidente Nixon decidió invadir Camboya -atríncame la ...., pensé yo-, creo que fue una decisión muy valiente. El enemigo se pasaba al otro lado de la frontera y preparaba sus armas, y nuestros chicos podían verlos pero no les dejaban hacer nada, y la decisión del presidente salvó muchas vidas". A lo que la mongola de Lucy responde: "Guau, abuelo, no lo sabía, en el colegio no nos explican cosas tan guays como esa".

Entonces, lo que decía, el párrafo este: Los españoles supimos luchar incansablemente durante 8 siglos para recuperar nuestro país y nuestra libertad de los árabes, salvamos a Europa del islam en Lepanto y tuvimos el honor de descubrir el Nuevo Mundo. Fuimos los primeros en dar la vuelta al globo y hemos logrado casi mantener nuestras fronteras inalteradas con Francia y Portugal durante 6 siglos.

Me encanta el "casi" ese, supongo que va por Olivenza y los por las tajaditas que fue dando por el norte Francia durante tres o cuatro siglos -a puntito estuvieron de anexionarse Cataluña, coñazo nos hubiésemos ahorrado- hasta que se jartaron y empezaron a colonizar África. Los de los "8 siglos" combatiendo a "los árabes" para "recuperar nuestro país" me encanta, es una especie de muestra sicalíptica de historia-ficción y presumir de la propia ignorancia y poca vergüenza digna de elogio. No, en serio. Muchos historiadores critican el mito guay de la progresía de que fue una época de convivencia y buen rollo, que es evidente que no, pero pretender que se trató de una guerra sostenida de "españoles", asín, en bloque, contra "invasores árabes", es una barbaridad torticera, una estúpidez de marca mayor, vamos. Para empezar porque los españoles, llamados así, no existían casi ni como concepto y se pasaban tanto tiempo abriéndose la cabeza entre ellos como contra los "invasores árabes", que ni eran todos árabes ni creo que se los pudiese considerar invasores a partir de cierto punto. Quiero decir, ¿en qué momento los visigodos dejaron de ser bárbaros que habían invadido una provincia romana y se convirtieron en "españoles" y de qué manera, que no les salió a "los árabes", que "estuvieron" el doble de tiempo en "España"?

Tiene gracia porque precisamente la derechona suele ser la que se queja del asquete de sistema educativo que se gasta este país (¡No se dice "este país"! ¡Se dice Espiña!), y que si no se aprende Hijtoria y blablabla... Pero coño, ¡si os conviene para que la gente se pueda creer este montón de tópicos giliflautas! Más allá del absurdo de decir que existen nacionalismos "buenos" y nacionalismos "malos", gilipollez que cumplen tanto la derecha como la izquierda, amar lo propio, el "interismo", como decían los dos pishas de Esto ya no es lo que era, digo yo que debería significar ser ecuánime, no medio tonto. Esto del "patriotismo constitucional" es lo que tiene, que se empeña uno en crearse una leyenda negra del verrés, y ahora resulta que Isabel y Fernando -que tampoco montaban tanto- no echaron a moriscos y judíos, sólo los invitaron amablemente a marcharse, que Carlos I se sentó a debatir con los líderes de las Comunidades de Castilla sus demandas pero es que eran más intransegentes que Comisiones Obreras y que Felipe II era un adalid del derecho de los padres a elegir la educación (católica) de sus hijos. Y mejor ni hablemos de Lepanto, que ya me lo estoy imaginando en cine en plan 300, probablemente por Jose Luis Garcí. Qué batalla en defensa de los derechos y libertades democráticos fue aquella, coño.

Ojo. Todo esto no quita que la guarra de Isabel -está comprobado que no se lavaba- y el trilero de Fernando -que le inspiró El príncipe a Maquiavelo, no se les olvide- fuesen los estadistas o cómo se diga más grande de su tiempo y que tuviesen cada testículo más grande que el otro -Isabel también-. Ni que Chuck I de Espiña y V de Alemania fuese, en su contexto, un humanista y un hintelectual, bastante más presentable que casi todos sus reyezuelos contemporáneos, como Henry VIII y François I, dos pedazos de pichafrías. Ni que Felipe II era un tío calmado y más listo que el hambre, no cómo el supervillano que sacan en insultos a la inteligencia como Elizabeth. Ni que en Lepanto al turco se le dio fuerte y flojo, con un buen montón de galeras venecianas y del Papa apoyando, pero con la infantería española comiéndose tol centro de la batalla y Don Juan de Austria -a la sazón hermano putativo del rey, es decir, que estaba allí de mandamás por enchufe, algo muy español- fue el que tuvo la inspiración estratégica para ganar en inferioridad numérica.

Por que eso sí, y me vais a permitir el desbarre a los pererreverte, si ser espiñol es reconocerse aunque sea de lejos en esos cabrones bajitos, morenos y con mala leche repartiendo estopa por esos mares perdidos, o esperando en Villalar a la carga de la caballería imperial y otras soserías, entonces yo soy espiñol. Y si ser espiñol es celebrar los triunfos de La Roja -no sé si alguien lleva captando la ironía poética de llamar así a La Furia-, entonces yo soy espiñol. Y si ser espiñol es esperar a la mínima para poner a parir a tu vecino y abrirle la cabeza si hace falta, entonces yo soy espiñol -y "los árabes invasores" que estuvieron aquí ochocientos añazos también, porque pasaron más tiempo peleando entre ellos que con "los españoles"-.

Así, que hermanos, vociferen conmigo:

¡Viva Honduras!

Digo, perdón, no, no...

¡Viva Espiña!

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