lunes, 20 de julio de 2009

¿"Atacar desde lejos" es a cinco kilómetros de la meta?

Es que lo he escuchado está mañana y me he hecho sangre en la trompa de Eustaquio intentando comprobar que no he oído mal. Para el que no le guste el ciclismo -esto es, el Tour de Francia-, ayer el español Alberto Contador se colocó líder de "la ronda gala" atacando al pelotón y a su compañero de equipo, el que se llama como el primero que piso la luna, a unos cinco kilómetros para el final en llegada en alto. Cinco kilómetros de unos 207,5 que tenía la etapa. Vale que empinados valen doble y que a ver si tengo huevos yo de subirme a la bici y currarme sólo ese trecho, sin los 202,5 previos en las piernas, pero en fin.

El dopaje ha hecho mucho daño al ciclismo, eso está claro. Le quita la gracia sentarse a ver el Tour o la Vuelta si vas a estar temiendo que al favorito y su equipo entero igual los descalifican al día siguiente por dar positivo de pollardonoda o algo así, o que a lo mejor un mes después de que acabe la carrera le quitan el título al campeón, como de hecho pasó en ambas carreras hace un par de añitos. Ojo, ESO es lo que le quita la gracia. No que se dopen, que el pressing catch goza de gran audiencia. Porque si todos van igual de dopados, la competición no se adultera. De hecho, los pasados diez o doce años incluso tuvo más merito, porque vistas las investigaciones, iba dopado todo el mundo menos Armstrong. Cosas de la quimio.

Me la suda si se dopaba, mi puto ídolo.

Pues eso, que el dopaje ha hecho mucho daño, pero más la estrategia. Este año me he vuelto definitivamente antipinganillo. Menudo truñaco de etapas. Peor que en la etapa Armstrong, cuando ponía a tirar a sus dopados gregarios para seleccionar el pelotón y luego, él, el único no dopado, se lanzaba al ataque humillando al dopado Ullrich. Con el US Postal, luego Discovery Channel, aprovechando su manifiesta -y dopada- superioridad para controlar al milímetro cada etapa. El equivalente al catenaccio en ciclismo.

De lejos, señor Perico Delgado, que le oí en Teledeporte -ya no ponen el Tour ni por La2, RTVE como te odio-, le atacaba Chiapucci a Indurain cuando usted todavía iba en el pelotón. De lejos le atacaba el dopado Pantani -qué grande eras, Pirata- al dopado Ullrich desde el Galibier. Desde lejos atacó Javier Otxoa -qué grande sigues siendo- para coronarse en aquella gloriosa etapa con llegada en alto en Hautacam. Desde el puñetero kilómetro 50 con más del triple por delante. y cuatro puertos que incluían el Aubisque y la susodicha llegada en alto. Desde lejos atacaba hasta la dopada maricona de Virenque (a veces).

Javier Otxoa entrando en la leyenda en Hautacam.

No ayuda la manera en que lo está no-televisando RTVE, que antes pone el motociclismo a la vez en La2 y Teledeporte que hace un seguimiento en condiciones a los Alpes, o la Copa David en La1 y Teledeporte en el caso los Pirineos. Ni que los dos favoritos estén en el mismo equipo, que encima es el mejor del pelotón con mucha diferencia -¿cuál sería el segundo? ¿Cerveló, Saxo Bank?-. Pero el puñetero pinganillo y las estrategias, que hacen que sepas que las escapadas siempre las alcanzan antes del último puerto y que no va a haber ningún ataque decisivo hasta los últimos diez kilómetros, eso sí que hace daño. Lo pones a partir de las cuatro y media porque sabes que es lo único que cuenta.

Claro que luego saldrán Leblanc y algún otro diciendo que hacen falta corredores mediáticos para atraer al público. Da igual que la carrera sea un truño, la cosa es que hagan bonito en la foto. Por supuesto.

¿Alguien ha visto a las gemelas Olsen? A la que sea, yo tampoco las distingo.

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